“Es mi plata y puedo hacer lo que me plazca”, es la frase
que resume a quienes se han pronunciado a favor del proyecto de ley aprobado
por la Comisión de Economía del Congreso que permitiría a los afiliados a las
AFP disponer del 95.5% de su fondo al jubilarse. El argumento es discutible. No
olvidemos que los fondos de pensiones existen para que el sostenimiento de las
personas, al llegar a una edad en la que ya no puedan trabajar, no dependa del
Estado ni de nadie más; situación que no se cumpliría sin un jubilado se gasta
en pocos años todo su fondo de pensiones.
Los defensores de este proyecto sostienen que este principio
de “no dependencia” tampoco está garantizado por el actual sistema de pensiones;
y que al disponer de todo el fondo, los jubilados tendrían la posibilidad de
invertir esos dineros y obtener mejores réditos que los que otorgan las AFP.
Podría sonar prometedor, sino viviéramos en un país con escasísima cultura
financiera, en donde la costumbre del ahorro es casi nula y campea la costumbre
de gastar el dinero que no se tiene, es decir: los créditos.
Si la propuesta ha sido recibida con tanto entusiasmo en
muchos sectores, se debe a la inconformidad que existe respecto al Sistema
Privado de Pensiones, asunto que seguramente será utilizado como promesa de
campaña electoral. Pero, cuidado, una cosa es ofrecer más opciones al jubilado,
y otra – muy distinta-, descuidar el deber que tiene el Estado de proteger su
seguridad económica y asegurarle una vejez digna. Mucho de orientación y
algunos filtros deberían acompañar a esta propuesta si se llegara a concretar.
(NOVIEMBRE, 2016)
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