Al momento de escribir estas líneas, se sabe que el
candidato Julio Guzmán está con medio cuerpo fuera de la carrera electoral y se
espera lo obvio: que utilice todos los recursos de apelación posibles. Es decir
que la incertidumbre sobre su candidatura puede prolongarse. Esta situación no
sólo perjudica la campaña de Guzmán, que había repuntado notoriamente en las
últimas semanas, sino que distorsiona el proceso electoral en sí, pues su
caudal de votantes podría ser el que defina las elecciones.
Lo ocurrido con Guzmán sirve para reflexionar sobre la poca
importancia que los propios partidos conceden a su institucionalidad. Dicen que
el error de Todos por el Perú radica en los formalismos que no fueron cumplidos
ante los entes electorales; pero hay que tener en cuenta que esto no sucedería
si no se tratase de un partido más que sólo se activa para las elecciones.
Si las resoluciones electorales siguen su cauce, TPP ya no
participará en este proceso electoral. Sólo una decisión jurídicamente
controversial le permitiría seguir en carrera. Ambos escenarios son lamentables
para nuestro sistema democrático, bastante malhadado ya. Sumando a esto, el
panorama de marchas y recursos jurídicos que el candidato ya ha anunciado.
¿Qué harán ahora los seguidores de Guzmán? Según los
análisis de las encuestas que lo colocaban en un lugar expectante, él reunía
los votos de quienes buscan un rostro nuevo en la política. Con lo que
podríamos esperar que esos votos no migren ni a Fujimori, García, Toledo, PPK o Acuña. Quizás podría ser una oportunidad para
otros nuevos rostros que en esta campaña han mostrado mucha más decencia de la
que estábamos acostumbrados. Todo sigue
en espera.
(FEBRERO, 2016)
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