La coima no entrega recibo y los fraudes no se presentan a
sí mismos en conferencia de prensa con certificación ISO. Se manejan muy por lo
bajo con fachada de legalidad. Eso lo aprendimos en el fraude electoral que el fujimontesinismo
urdió para la re-reelección del año 2000. Para quienes no lo recuerdan, el
mandamás de la ONPE, José Portillo, era el cómplice visible del fraude y lo
hacía premunido de leyes manipuladas bajo el brazo. Con la frasecita que hizo
tristemente célebre: “papelito manda”, negaba el paso a todo lo justo pidiendo
pruebas de lo que era escandalosamente evidente.
Recuerdo esto ahora que escucho a los fujimoristas defender
a su lideresa frente a las tachas que se han interpuesto en contra de su candidatura
por la entrega de dinero en plena campaña electoral; las que de ser acogidas
significarían la exclusión de Keiko Fujimori de la contienda. Dicen que no fue
ella sino una agrupación llamada “Factor K”, que ella estaba ahí cuando se
entregó el dinero pero que no tocó los sobres ni con el pensamiento. Tremenda
burla de lo obvio, sólo demuestra que Keiko sabe seguir la escuela de su tío
Vladi, que el fujimorismo no ha cambiado nada y que esos regalos con los que
pretenden comprar votos nos pueden salir muy caros a todos.
Responsabilizar al colectivo “Factor K” de la entrega de
dinero no pasa de ser un artilugio que lanza para que el Jurado Nacional de
Elecciones tenga de dónde cogerse para
ayudarla a salir del trance. Si sucede así, la amenaza contra la democracia
estará puesta sobre la mesa.
(MARZO, 2016)
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