miércoles, 25 de agosto de 2010

Una cronología jamás contada



Gran ambiente” arequipeño

Según las estadísticas más conservadoras, seis de cada cien personas no son heterosexuales; con lo que en la ciudad de Arequipa podríamos contabilizar unos 48 mil integrantes de esa comunidad que suele designarse con la sigla LGTB- lesbianas, gays, travestis y bisexuales. Como en todo el mundo, desarrollan espacios para mostrar con mayor libertad su identidad, al margen de una sociedad que los discrimina y maltrata. A estos lugares se le llama de “ambiente” y tienen historia.

La plaza de armas de Arequipa es uno de los principales lugares de encuentro gay de la ciudad, como refiere la guía gay internacional de internet llamada Spartacus. En la jerga de “ambiente”, un lugar de encuentro es de “dragueo”, palabra que viene del francés dragué, que quiere decir “ligar”. En este lugar, se hace el primer “link” en términos informáticos; o “click”, en idioma “tulesco”.

Lo que sigue de allí, depende de las costumbres, expectativas o urgencias de los involucrados. Actualmente en la ciudad existen hasta cinco discotecas de “ambiente”, además de saunas, vídeos y hasta cabinas de internet, para los menos “fashion”. Si bien el número de estos locales es mayor ahora que en años anteriores, esto no quiere decir que sean de reciente creación.


Los pioneros


Hasta inicios de los 70, quienes soñaban con encontrar a su media naranja entre personas de su mismo sexo debían esperar que el azar la ponga en su camino. No existían los medios de contacto que ofrece internet, y tampoco lugares de “ambiente”. Eso no impedía, sin embargo, que los grupos de amigos gay o lesbianas se reúnan en casas.


A mediados de esa década, aparece el primer lugar de “ambiente”. Se llamaba Kumbala y quedaba en Vallecito (por la bajada donde ahora queda el Instituto del Sur). Era pequeño y funcionó un par de años. Para comienzos de los 80, apareció un segundo lugar, pero en calidad de club privado. Funcionaba en el Pasaje de La Catedral y se cuenta la clientela pertenecía a las familias más tradicionales de la ciudad. Eran tan pero tan privado, que no tardó mucho en quedarse sin clientela.


Un local más grande apareció en la calle Álvarez Thomas, al frente del cine Variedades; que luego se trasladó a la calle Consuelo. Se llamaba Tivoli, como la ciudad italiana, y congregaba a gays y travetis, visitados continuamente por batidas policiales. Un amigo que llamaré “J”, me cuenta que en esos tiempos no existían los apelativos de “chivos” o “chimbombos” (que eso lo creo Magaly), que sólo les decían “mariposas” o “mariposones”.


Otro lugar, por aquellos años, era el Mahoney, que de lunes a viernes era una peña familiar; y, los fines de semana, se convertía en local de “ambiente”, en la calle Bolívar. Tampoco duró más de un año.



La ciudad se alborota


El local que se hizo conocido más allá de la comunidad gay fue el Regine´s, llamado popularmente: “la jaula de las locas”, en referencia a esa comedia ítalo-francesa que cuenta las historias de un club de “ambiente”. También le decían la “chivoteca” o el “Club 700”, porque se comentaba que quienes llegaban allí, sin ser gays, terminaban “convertidos” (broma de ambiente). Después de casi cinco años de funcionamiento, fue clausurado tras haber atraído la concurrencia de parroquianos de mal vivir.

Cabe mencionar que entre la comunidad gay, los travestis forman una minoría aparte, pues muchos los consideran imán de delincuentes.
Luego del cierre del Regine´s, aparece la primera discoteca de “ambiente”, en la calle Santa Martha, en el sótano de un edificio cercano a la iglesia. Ya eran los 90 y en la misma calle, en una esquina cercana, un video-pub straight (no gay) servía como punto de “dragueo”. Ese lugar aún existe, pero ya no no concurre clientela gay.
Poco tiempo después aparecería el “Antro”, en la avenida Jesús, que hacía mérito a su nombre, por las condiciones del local y la mala reputación de parte de su clientela. Este concurrido night-club se trasladó años más tarde a la avenida Venezuela, donde permanece hasta la actualidad, como el más antiguo en su especie.
Es esa década, comienzan a establecerse más locales, pero de corta vigencia. Fue el caso del “Noa Noa” en Miraflores – el nombre viene de una canción de Juan Gabriel (“vamos al noa noa, este es un lugar de ambiente, donde todo es diferente…”); otro local anónimo en el mismo distrito, y uno más en la avenida Los Incas.

Uno con mejor prestigio fue el “Two Boys” en la calle San Agustín, que luego se trasladó a la avenida Ejército, con el nombre de “Cortijo”. Por esa época recién comienza la presencia de lesbianas en estos locales.
La que se llevó el título de la mejor discoteca de “ambiente” fue el “Kourus”, en Villalba, que cerró por problemas comerciales entre los socios. Luego aparecería el “Open Nigth”, que ha cambiado de ubicación por varias temporadas, hasta regresar a su punto original, en la avenida Salaverry. Aún funciona y es un local escogido, con mayor frecuencia, por travestis o “tracas”, como algunos les dicen.
Guía actualizada
A pocos años de iniciado el nuevo siglo apareció la primera discoteca sólo para lesbianas, en el segundo piso de una casona de la calle Rivero. Se llamaba “Urban House” y fue la primera en generar una base de datos gay-lésbico de la ciudad. Ha cambiado su nombre por el de “Chronos” y funciona en la alameda de San Lázaro.
También en el mismo periodo apareció el “Scape”, en Villalba. Con el cambio de dueños, hace un par de años, el nombre es ahora “Axes”. El último en abrir sus puertas ha sido el “Bora Bora”, en la calle Sucre.

En el “ambiente” siempre se ha hablado de una discoteca exclusiva ubicada en Umacollo, que se dice es muy cara y lujosa; pero no existe rastro de ella, por lo que no parece ser más que un mito urbano, como ese que indica que en el avenida Ejército se encuentran jóvenes con corbata roja, como señal de que ofrecen su compañía a cambio de dinero, es decir que son "fletes".
Otro lugar de encuentro suelen ser la canchas deportivas de José Luis Bustamante y Rivero, Mariano Melgar y Miraflores, donde los sábados se reúnen los chicos a jugar vóley; y las chicas, fútbol. Aunque llegan a formarse grupos que superan el medio ciento en una sola tarde, no son el total del universo gay de la ciudad.

La mayoría no frecuenta las discotecas “de ambiente” porque no suelen ser acogedoras (la música no es buena, el licor es malo y la atención no equivale a los precios que se cobran) o porque sienten que es una forma de auto marginación; los miles de "LGTB" calculados para Arequipa se divierten y departen, como todo mortal, en los muchos locales straight del medio.
No obstante, en fechas como Año Nuevo, Día de los Enamorados, Hallowen y las fiestas de Arequipa, se organizan fiestas privadas en distintos puntos de la ciudad.
En algunos baños saunas también hay “dragueo” y algo más; pero eso es tema de otro cuento, si es que hay pedidos…

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