Yesenia y Jenifer son ambas profesoras y bordean los 35
años. Hace 15 años que son pareja y viven juntas. Compraron un terreno,
construyeron una casa y la han convertido en un lindo hogar de dos. La
propiedad está a nombre de Yesenia. Si algo llegara a pasarle a ella, Jenifer
perdería, no sólo al amor de su vida, sino todos sus bienes materiales que
pasarían a propiedad de la familia de Yesenia. Si se aprobara la ley de la unión
civil para homosexuales tampoco mejoraría la situación de Jenifer, pues lo más
probable es que, en salvaguarda de su trabajo, no accedería a este derecho. Y
es que, si ellas decidieran unirse civilmente, equivaldría a declarar
públicamente su orientación sexual, lo cual seguramente las dejaría sin empleo
y con el rencor reavivado de sus familias. Con una sociedad tan prejuiciosa
como la nuestra. ¿Creen que el millón de homosexuales, que se calcula existe en
el Perú, saldría en tropel a declarar públicamente su orientación al amparo de
una unión civil legalizada? No lo crean.
Esta ley es lo mínimo que un Estado puede ofrecer a una
minoría permanentemente juzgada y discriminada. La propuesta no es la gran
cosa, no cambiará la doble moral de la sociedad, ni sus prejuicios medievales;
pero ya es algo. Está formulada, además, en términos condescendientes respecto
a los argumentos religiosos: no habla de matrimonio ni permite la adopción de
hijos. Nadie está abriendo las puertas del cielo a los homosexuales, ni
obligando a los devotos a ver con buenos ojos a la homosexualidad, ni pidiendo
que se les permita casarse ante un altar; sólo se está reconociendo algunos
derechos civiles de una minoría ciudadana, para adquirir propiedades y heredar
en pareja, dentro de un país laico. Nada más.
Uno de los mayores detractores de esta ley es el congresista
Carlos Tubino, del fujimorismo. Él afirma que es un paso previo al matrimonio
gay y que éste es una amenaza para la familia, que está amparada por la
Constitución. ¿Eso qué quiere decir? Que si los homosexuales se casan, que son el
3% de la población, ¿el resto de familias heterosexuales van a dejar de serlo? Parece
que apoyaran las teorías que sostienen que todos somos homosexuales reprimidos
en espera de mejores condiciones para “salir del closet”. Por favor. Bajo esa
premisa, los hombres debieron dejar de serlo cuando se reconoció los derechos
civiles de las mujeres.
Sería bueno que dejemos los discursos fatalistas para
mejores causas, como la impunidad pretendida para sentenciados por delitos
contra los derechos humanos o sacerdotes pedófilos librados de toda
responsabilidad con auspicio de sus iglesias.
Un pueblo que practica la violencia, la desigualdad y la discriminación; con autoridades que promueven
el odio a las diferencias, eso sí es fatal. (set.2013)