lunes, 23 de junio de 2014

Buenos modales

Japón es la tercera economía más grande del mundo, su renta per cápita es de más de 32 mil dólares anuales y su equipo de fútbol participa en el mundial. Tres cosas que el Perú está lejos de alcanzar. Los hinchas japoneses, luego de ver jugar a su equipo en Brasil, limpiaron la parte del estadio donde estuvieron sentados. Eso, en la práctica, los peruanos sí podríamos hacer; no implicaría un gran gasto.

"No importa que su selección haya perdido. No importa que estén a un océano de distancia de su país. No importa que estén en un estadio, donde las normas sociales se relajan y ciertos excesos se toleran. Ellos jamás pierden los buenos modales", fueron los comentarios en la red sobre los nipones.

Pero, aunque parezca que los buenos modales son un acto sencillo, en realidad, cuesta mucho lograr que una sociedad los tenga. Muchos dirán que es culpa de las autoridades por no brindar un sistema educativo de calidad. Sin embargo, el ciudadano común podría poner de su parte sin que ninguna autoridad se lo imponga. Seguir los buenos ejemplos, como el de Japón –y no sólo en cuestiones económicas-, son un camino.

Lamentablemente, sumidos en la informalidad, como vivimos en nuestro país, muchos ciudadanos sienten que es muy poco lo que se puede aportar individualmente. Y como todos piensan así, nadie emprende el cambio y todo sigue igual.


Cuánto podría evolucionar socialmente nuestro país, por ejemplo, si fuéramos puntuales, si respetáramos las normas de tránsito, si apagáramos nuestros celulares en el cine o si no dejáramos las playas hechas un chiquero en verano. Algo que podemos hacer por nosotros mismos sin esperar nada de las autoridades.

viernes, 13 de junio de 2014

Una joya

En términos coloquiales: la ciudad de Arequipa “nos está quedando chica”. Urbanizaciones que ocupan la campiña, carga vehicular que sobrepasa la capacidad de sus estrechas vías, peatones que no pueden desplazarse en sus atosigadas calles y comercios que crecen por doquier, son algunas muestras de ello.

Hasta hace 20 años atrás, el Cono Norte era visto como la alternativa de crecimiento, pero ya no más. Las invasiones lo han condenado a la informalidad y el desorden: una extensión más del caótico crecimiento de la ciudad. Las zonas destinadas a grandes avenidas, parques o áreas de servicio fueron invadidas por inescrupulosos traficantes que, en muchos casos, contaron con la venia de las autoridades.

Tanto es así que se ha dirigido la mirada hacia otro polo de desarrollo: La Joya. Un distrito que se ubica, actualmente, a una hora de viaje de Arequipa; que cuenta con una zona de expansión; y que ha crecido, hasta ahora, ordenadamente. De allí que el proyecto de la autopista a La Joya sea uno de los más importantes para el futuro de la provincia. Esta vía reduciría el tiempo de desplazamiento hacia este distrito a sólo media hora. Allí podría, incluso, ubicarse el nuevo aeropuerto. Toda una promesa para nuestro desarrollo como metrópoli.


Pero esta alternativa ya está en riesgo. Los invasores nuevamente amenazan con sobreponer sus intereses particulares a los de la ciudad; y, nuevamente, se ganan la venia de las autoridades. De otro lado, el proyecto vial está siendo también cuestionado por aparentes intereses que anteponen urgencias políticas a criterios técnicos. Una infame historia que se repite. 

De la “maña” al engaño

En 1998, cuando Juan Manuel Guillén Benavides cumplía su último año como rector de la UNSA dijo que “se retiraría a sus cuarteles de invierno”. Cuando se cumplió el plazo para inscribir candidaturas a los gobiernos locales, él postuló a la alcaldía provincial y, como sabemos, ganó las elecciones.

En 2002, cuando su popularidad era escasa como alcalde provincial, Guillén volvió a anunciar su retiro de la política. Pero, sus palabras volaron con el viento cuando presentó su postulación al gobierno regional, investidura que también ganó. Para su reelección en el cargo, en 2006, se repitió la historia. Guillén negó en todos los idiomas su postulación hasta que lo hizo, y siempre fue bajo el discurso: “el pueblo me lo pide”. Este año, no sería extraño que vuelva a suceder lo mismo.

Pero, la distancia que existe entre lo que Guillén afirma y lo que hace no se limita a sus postulaciones electorales, lo que bien podría pasar como una “maña política”. Su doble discurso está afectando una de las obras trascendentales –y costosas- para el desarrollo para la región: la autopista Arequipa-La Joya.  

Hemos escuchado a Guillén, en más de una ocasión, su intención de hacer de esta obra una de alta calidad. Sin embargo, la propuesta que el Gobierno Regional de Arequipa ha aprobado tiene serias deficiencias técnicas, según Jack López, especialista que el propio Guillén seleccionó para la elaboración del expediente técnico de este proyecto. La autopista aprobada incluye un puente y túneles con diseños antisísmicos riesgosos, entre otras irregularidades denunciadas oportunamente por López. Un asunto que la Contraloría y el Congreso ya están investigando, gracias a que estamos en periodo electoral. Una suerte.

Terrenos electorales

Hasta hace 10 años, las campañas electorales se convertían –entre otras cosas- en un mercado de puestos laborales en el Estado. A quienes apoyaban activamente una candidatura se les ofrecía un empleo en el gobierno central o local, cuando el candidato fuera elegido. Así, cuando Alejandro Toledo asumió la presidencia del país, los militantes de Perú Posible realizaron marchas de protesta exigiendo que se les contrate en oficinas gubernamentales, como se les había prometido.

Ahora, el ofrecimiento más abierto ya no son los puestos de trabajo sino los terrenos del Estado. Las autoridades locales en busca de una reelección están permitiendo que se invadan propiedades para asegurar el apoyo electoral de quienes confían en una futura titulación. Las consecuencias de esta estrategia política son funestas para la ciudad y la sociedad en su conjunto. Primero, porque se estimula la informalidad; y segundo, porque se impide un desarrollo ordenado de la urbe.

Lo más sucio en este asunto es que se pretende aparentar que se trata de solucionar el problema social de la escasez de vivienda en sectores de bajos recursos, cuando en el trasfondo existen intereses económicos y políticos de grupos que lucran con esta necesidad. Nada más lucrativo, hoy en día, que adquirir un terreno a un precio simbólico y luego venderlo a precio de mercado. Tremendo negocio a expensas de los intereses de la ciudad.


Mientras tanto, el trabajador honesto debe seguir postergando el sueño de la casa propia en una ciudad peruana donde el metro cuadrado de terreno cuesta igual que en algunas ciudades del llamado primer mundo.

Droga televisiva

Hace tiempo ya que las cajetillas de cigarros exhiben imágenes escabrosas de enfermedades causadas por el consumo de tabaco y una clara advertencia: “Fumar es dañino para la salud”. Aun así se siguen vendiendo. Si los programas televisivos exhibieran un aviso que advierta que su contenido es dañino para la salud mental, pasaría lo mismo: se seguirían consumiendo.

La fórmula de la llamada “televisión basura” es adictiva, como cualquier otra droga, con la diferencia que es legal, aceptada y defendida. Un programa que exhibe las miserias humanas tiene alta sintonía porque los televidentes se sienten superiores ante la degradación de otras personas. Un programa frívolo que muestra personas con cuerpos bien formados que afirman que Vallejo escribió El Quijote también reconforta a la audiencia porque sienten que la ignorancia no es impedimento para el triunfo. Así, esos programas sirven de anestésico  frente a la realidad y van re-construyendo una sociedad empobrecida moralmente.

Según  un trabajo realizado por el Consejo Consultivo de Radio y Televisión del Perú en 2011, los peruanos ven en promedio seis horas diarias de televisión, y la mitad de ellos está de acuerdo con los contenidos. Así, la influencia de este medio en el desarrollo de la sociedad es peligrosa.

Según el artículo 14º de la Constitución, “los medios de comunicación social deben colaborar con el Estado en la educación y en la formación moral y cultural”. Eso en definitiva no se está cumpliendo.


El Colegio de Periodistas de Lima ha iniciado una campaña “¡Basta de televisión basura!” y apela a la sociedad en su conjunto para un cambio. Pienso que si sólo los padres alejaran a los niños de este dañino consumo, ya se habrá avanzado mucho.

Prohibido enfermarse

El salario promedio en Lima supera los 1400 nuevos soles, según datos del INEI. Este promedio no alcanza los mil soles mensuales en provincias, según cálculos del economista Jorge Gonzáles Izquierdo. En ese mercado salarial, el sueldo de los médicos en el Ministerio de Salud (Minsa) y EsSalud oscila entre los 2300 y 4500 nuevos soles.  Ayer, los galenos iniciaron una huelga indefinida en demandan una escala remunerativa que va desde los 6600 a los 9600 nuevos soles mensuales.

¿Cuánto debería ganar un médico que trabaja para el sector público? La ministra de Salud, Midori de Habich, ha dicho que el nuevo pliego de reclamos presentado por la Federación Médica es inviable para la caja fiscal. En otras palabras: el dinero no alcanza. Además, porque el Minsa ya ha transferido en los últimos meses la suma de 770 millones de soles para el pago de las bonificaciones acordadas luego de la anterior huelga que se produjo en agosto del año pasado.

Son 180 mil trabajadores que en el Perú ganan el sueldo mínimo (750,00 nuevos soles) y son precisamente ellos los más afectados con la huelga iniciada por los galenos. Visto así, la demanda no es equitativa.


El Minsa ya ha anunciado que se descontará al personal que no vaya a trabajar y que, de ser necesario, se contratará nuevos profesionales para que reemplacen a los que están en huelga. Pero, si la última huelga en el sector público -en el Poder Judicial- tardó más de 40 días en levantarse; y la anterior huelga en el sector Salud se extendió por cerca de un mes, ¿qué podemos esperar que suceda ahora?

Robo anunciado

En los últimos días se ha divulgado un audio en el que el expresidente regional de Moquegua, Jaime Rodríguez Villanueva, quien pretende volver a ocupar el cargo, admite haber robado “en carretilla” durante su gestión. ”Pero lo que yo robé compartí con ustedes para que lleven un pan a su casa…”, se escucha en el audio. Luego de esta pública confesión, seguimos esperando que alguna autoridad judicial lo demande, mientras el popular “Jamocho” sigue en carrera electoral.

Sin ir más lejos, en Arequipa, un excalde provincial, que también aspira a ocupar nuevamente el cargo, ha admitido en más de una ocasión que robó durante su gestión. “Robé con decencia”, es la frase que Luis Cáceres Velásquez no titubea en repetir y eso parece no restarle popularidad. El descarado político ya pagó en prisión algunos de los delitos cometidos durante sus gestiones como alcalde, entre 1987 y 1992, y parece confiar que ya pagó su pena también ante el electorado. En las elecciones regionales y municipales pasadas, Cáceres intentó también postular a la alcaldía provincial. Luego que el Jurado Nacional de Elecciones tachara su candidatura por no cumplir con los requisitos, Cáceres terminó con diversas denuncias por estafa, debido a los cupos que cobró a algunos candidatos.

Con toda esta estampa, Cáceres no debería tener ninguna opción de ser reelegido como alcalde, sin embargo,  sigue siendo la pesadilla de quienes tienen aún una ligera esperanza de encontrar un mínimo de decencia en la política. Claro está, no esa decencia para robar de la que habla el candidato.

Con las opciones electorales que se vislumbran no es fácil identificar el “mal menor”, pero en casos como éste es fácil saber cuál sería un “robo anunciado”.

Auténticas picanterías

Después de más de 25 años fuera del país, Alfredo, un arequipeño “de pura cepa”, regresa a su tierra natal y lo primero que pide es que lo lleven a una picantería. Queriendo halagarlo, sus anfitriones lo llevan a un restaurante turístico que sirve comida tradicional. Al ver el lugar, con una gran ambientación y modernas cocinas, Alfredo reclama: “Quiero una picantería de verdad”. Y “¿qué es para ti una picantería de verdad?, le preguntan. “Una con mesas largas, manteles de plástico y bancas de madera a los costados; con gallinas y cuyes en el patio”.

El concepto de picantería varía generacionalmente, tanto que algunos nostálgicos sienten que “la verdadera picantería” ya está desapareciendo; un sentimiento comprensible pero, a mi entender, innecesariamente alarmista. No se puede negar que se han producido cambios. De hecho, estos lugares comenzaron a existir como comercios de expendio de chicha y otros licores, con el nombre de rancherías o chicherías, según la documentación existente desde el siglo XVI. Después comenzaron a incluir comidas.

La historia de las picanterías es tan extensa y rica como todo el valor cultural que encierra y que acaba de ser reconocido como Patrimonio Cultural de la Nación. Designación que, precisamente, tiende a evitar que los cambios disminuyan su esencia.


Pero, entonces, ¿cómo debe ser una auténtica picantería? De la Resolución que las reconoce como Patrimonio se desprende las siguientes características: deben tener chicha de guiñapo, una secuencia determinada de platillos a servir durante los almuerzos de la semana y – lógico- los "picantes", resaltando los "dobles", "triples" y "americanos". Mucho mejor si cuentan con un horno a leña y batán. La conservación de este Patrimonio sí que dará gusto.

Ojo con la UNSA

En los últimos 10 años, la Universidad Nacional de San Agustín ha recibido más de 160 millones de soles provenientes del canon y regalías mineras. A razón de 16 millones por año que, según las normas, debió utilizar en investigación científica y tecnológica.

En un informe de la propia universidad, sobre estos recursos, figura un listado de 145 proyectos de inversión e investigación, en los que se habría utilizado 142 millones y medio de soles, quedando aún más de 18 millones sin utilizar.

Podemos deducir dos cosas: o se invirtió 142 millones y medio de soles en proyectos de nula repercusión para la sociedad; o ese dinero fue festinado. Esta duda aumenta si tenemos en cuenta que los diez años que la UNSA recibió esa partida coinciden con el gobierno de autoridades universitarias que han terminado en el Poder Judicial ventilando denuncias por delitos contra la administración pública.

Entre estudiantes, profesores y trabajadores, la comunidad agustina supera las 30 mil personas; pero lo que en esa casa de estudios ocurre le compete a toda la ciudad, no sólo porque funciona con recursos del erario nacional sino porque de allí salen los profesionales que atienden las necesidades de la comunidad. Y una universidad envuelta en denuncias por corrupción y desacreditada académicamente poco contribuye con el desarrollo de la sociedad.


El congresista por Arequipa, Justiniano Apaza ha tomado interés en el asunto y está demando a la universidad responder por estos fondos. No es difícil augurar que las actuales autoridades universitarias se irán sin decir nada y que las que están próximas a elegirse se lavarán las manos. Una vergüenza. 

Bola de cristal

Es posible que en un futuro, quizás lejano, la sociedad peruana reconozca las evidencias científicas e históricas que explican que la diversidad sexual no es “aberrante” y, entonces, se deje de descalificar a otro ser humano por el hecho de amar distinto y se reconozcan sus derechos. 

En ese futuro, veremos que el reconocimiento de esos derechos no provocó ningún cataclismo en nuestro país, como no lo ha provocado en ninguna parte del mundo donde se han reconocido; que la humanidad no se extinguió y que ningún heterosexual fue obligado a dejar de serlo.

Es posible que en ese futuro nos avergoncemos de la discriminación que la mayoría ejerce contra la minoría gay, así como debemos avergonzarnos hoy de tantos años de esclavitud y negación de derechos a la mujer.

Lamentablemente, hasta que ese futuro llegue, muchas parejas serán despojadas de sus bienes y derechos por no ser heterosexuales y tendrán que seguir desarrollando su identidad en medio del rechazo y los prejuicios. Muchos jóvenes vivirán creyendo que son una  “abominación” o serán víctimas de la violencia por su orientación sexual, en una sociedad que alimenta el odio, negando derechos civiles a quienes no siguen el modelo de sexualidad convencional.


“Todos los seres humanos son libres e iguales en dignidad y derecho”, establece la Declaración Universal de Derechos Humanos y la frase ha sido citada por la ONU para respaldar el proyecto de ley de Unión Civil no Matrimonial en el Perú. Sin embargo, todo parece indicar que estamos lejos de ajustarnos a lo que el derecho internacional ampara desde hace mucho tiempo.  Y cuando ese momento llegue sabremos que prolongamos innecesariamente tanta injusticia. Unión Civil Ya.

El voto y la foto

Este sábado sabremos si el alcalde provincial, Alfredo Zegarra, se anima a postular al gobierno regional o va por una reelección. Para el primer caso, ese día se vence el plazo para que presente su renuncia al cargo ante el Concejo Provincial, según establecen las normas electorales. Si esta renuncia no se produce, estará cantado que Zegarra postulará a la reelección edil. Esto último es el pronóstico más voceado.

La ley no impide que Zegarra sea candidato y alcalde al mismo tiempo ni le impone ninguna exigencia, salvo las restricciones de inaugurar o inspeccionar obras. Pero, aún en el supuesto optimista de que un alcalde-candidato proceda con toda probidad y no utilice, ni de soslayo, los recursos públicos a favor de su campaña,  existen otras circunstancias que convierten a la reelección en una práctica que debe proscribirse. Por ejemplo, las decisiones ediles que se toman o se dejan de tomar con visión reeleccionista.

Actualmente en el municipio está en discusión la aprobación del Plan de Desarrollo Metropolitano y el Plan de Adecuación Territorial de Arequipa, documentos muy importantes para el futuro urbano de la ciudad. El cálculo electoral está entrando en juego. En este caso, y por el momento, no ha sido para mal: el lunes, estos planes no fueron aprobados. Y es que los documentos no sólo tenían en contra la opinión de los colegios profesionales por afectar zonas agrícolas, sino porque el aprobarlos implica un grave riesgo político para quien tome esa decisión.


Pero los cálculos políticos no siempre van a coincidir con el bien común; lamentablemente, suele ser lo contrario. Algo que se reproduce con mayor avidez en tiempo de elecciones y reelecciones. (2 de abril)