Este sábado sabremos si el alcalde provincial, Alfredo
Zegarra, se anima a postular al gobierno regional o va por una reelección. Para
el primer caso, ese día se vence el plazo para que presente su renuncia al
cargo ante el Concejo Provincial, según establecen las normas electorales. Si
esta renuncia no se produce, estará cantado que Zegarra postulará a la
reelección edil. Esto último es el pronóstico más voceado.
La ley no impide que Zegarra sea candidato y alcalde al
mismo tiempo ni le impone ninguna exigencia, salvo las restricciones de
inaugurar o inspeccionar obras. Pero, aún en el supuesto optimista de que un
alcalde-candidato proceda con toda probidad y no utilice, ni de soslayo, los
recursos públicos a favor de su campaña, existen otras circunstancias que convierten a
la reelección en una práctica que debe proscribirse. Por ejemplo, las
decisiones ediles que se toman o se dejan de tomar con visión reeleccionista.
Actualmente en el municipio está en discusión la aprobación
del Plan de Desarrollo Metropolitano y el Plan de Adecuación Territorial de
Arequipa, documentos muy importantes para el futuro urbano de la ciudad. El
cálculo electoral está entrando en juego. En este caso, y por el momento, no ha
sido para mal: el lunes, estos planes no fueron aprobados. Y es que los
documentos no sólo tenían en contra la opinión de los colegios profesionales
por afectar zonas agrícolas, sino porque el aprobarlos implica un grave riesgo
político para quien tome esa decisión.
Pero los cálculos políticos no siempre van a coincidir con el
bien común; lamentablemente, suele ser lo contrario. Algo que se reproduce con
mayor avidez en tiempo de elecciones y reelecciones. (2 de abril)
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