miércoles, 1 de febrero de 2012

Cartas de la Baronesa

Señor de la bocina interminable:

Con el respeto que Usted no merece escribo la presente sabiendo que no llegará a ser de su conocimiento, pero sí -quizá- de entretenimiento para algunos amigos.

No crea Usted que el recordarme mi condición de mujer representa para mí algún tipo de insulto, ni mucho menos que me mande Usted a la cocina; ya quisiera yo poder estar allí y servir de algo. No será con esos supuestos insultos ni con bocinazos que me obligará a "meter carro", como me ordena a gritos desde el auto de atrás, según puedo observar desde el retrovisor. No, porque entonces mi carro obstruiría la intersección de dos calles lo que, además de estar prohibido por el reglamento, atollaría más el tránsito que a todos nos trae locos.

Ya sé que es así como Usted maneja, creyéndose el muy "caña", cerrando el paso a todos; pero yo no. Porque el estar detrás de un volante no anula mi sentido del respeto, ese que me obliga a proceder con los demás, como creo merecer que procedan conmigo.

Sólo me permito sugerirle que la próxima vez que esté en medio de un embotellamiento piense que quizá se deba a que un vehículo cerró todo paso posible, porque su conductor –angustiado por los insultos de otro– optó por “meter carro”.

Atentamente,

La Baronesa de Sambacanuta