Una foto en la que apare un agricultor sosteniendo un
verduguillo en las protestas del valle de Tambo en contra del proyecto minero
Tía María, era en realidad la foto de la víctima de un “sembrado”, como lo
demostró un video difundido posteriormente.
La historia de esa foto revela que
la represión contra los manifestantes antimineros está utilizando estrategias
sucias y torpes. Pero esa no es la única foto de las protestas, existen otras
que sí son verdaderas, como las del ataque a la compañía de bomberos. Así como
también hay otras que muestran la violencia por parte de la Policía. La foto del
agricultor fallecido es el ejemplo más trágico.
Una foto es un retazo de la realidad y no se puede analizar
la realidad por retazos y mucho menos si nos llegan con la intención de fragmentarla.
La visión general del conflicto en Islay, además, no va a depender sólo de la
cantidad de retazos de realidad que logremos recoger a la distancia sino de la
posición que ya tenemos sobre el tema. En el trabajo periodístico, la situación
se traduce más o menos así: si no apoyas firmemente la protesta o criticas a
sus promotores, entonces eres un periodista vendido; si concuerdas con la
protesta, serás tildado de terrorista antiminero. Y esta situación de fuego
cruzado se vive con más intensidad en el valle y la sufren más los pobladores.
Mientras tanto, el gobierno promete agotar el diálogo. Dialogo que tendrá que
caminar entre visiones fragmentadas, odios sembrados y afanes personales y
económicos. No suena prometedor. (abr.2015)