Desde que todos los que vivimos en Arequipa tenemos memoria,
la ciudad colapsa en temporada de lluvia. Y sí, las precipitaciones pluviales,
como dicen los meteorólogos, son abundantes; pero, luego de décadas de
experiencia ya tendríamos que haber aprendido a afrontarlas. Pero no.
A fines del año pasado se inauguró el by-pass de Uchumayo,
con un costo de 42 millones soles. El drenaje de la obra tiene una capacidad
para evacuar un metro cúbico de agua por segundo, ¡Un metro cúbico! Cuando las
lluvias en Arequipa suelen superar los 10 m3 por segundo. Como era de
esperarse, la obra vial se convirtió en un singular “balneario” (como señalan
algunos con humor), además, porque estaba inconclusa y la falta de veredas dejó
desprotegidas las construcciones aledañas. Lo mismo sucede con muchas obras
viales recientemente construidas. La falta de capacidad técnica no justifica
tamaño error y no culpen a los ciudadanos que pensamos que la corrupción tiene
la mayor parte de culpa.
El tristemente famoso “diezmo” que las constructoras pagan a
las autoridades locales, no afecta sus ganancias sino la calidad de las obras.
Esta es una lección para quienes justifican al que “roba pero hace obra”. Ahora
ven que la obra es un perjuicio para la ciudad cuando no hay honestidad de por
medio. Se utilizan mal los recursos del Estado y estos tienden a ser menores
con cada año que pasa. Nos hemos mal acostumbrado a que haya dinero en manos de
malas autoridades.
Lamentablemente, cuando la temporada de lluvias haya
terminado, dejaremos el tema en segundo plano y volveremos a elegir a quienes
no merecen gobernar nuestra ciudad y nuestros distritos. (feb.2015)
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