Como todos los órganos del cuerpo humano, el cerebro
necesita ejercicio para no anquilosarse, lo dice la neurociencia. El ejercicio
elemental del cerebro es pensar. Fisiológicamente, el pensamiento requiere del
estiramiento de las dendritas para que exista contacto interneuronal (sinapsis).
Cuando las actividades humanas no demandan mayor esfuerzo mental, las dendritas
reducen su propiedad de estiramiento y nuestra capacidad de pensamiento también
disminuye, según sostienen algunas teorías ontogénicas del sistema nervioso.
Escrito en un pentagrama, el ritmo del reggaetón es plano y
sencillo, casi equivalente a una ronda infantil. Según la neuropsicología, los
infantes asimilan mejor una ronda debido a que su cerebro se encuentra en una etapa
inicial de desarrollo. Pero, este mismo
patrón aplicado en adultos adormece la capacidad neuronal. Quizás por eso
resulta “pegajoso”.
Similar proceso ocurre con la llamada televisión basura: no
demanda mayor esfuerzo mental. El agotamiento que produce la vida cotidiana es
para muchos una justificación suficiente para consumir entretenimiento fácil de
digerir. Y en ese sentido, la televisión por sí misma es fácilmente digerible. El
acto de colocarnos enfrente de un monitor y consumir lo que otros deciden que
debemos consumir no es nada complicado, esto lo vuelve atractivo y la continuidad, adictivo. Entonces, el
consumidor pierde la voluntad y los efectos llegan a ser irreversibles.
Una sociedad educada e instruida es lo mejor en contra del
embrutecimiento que puede producir el consumo de televisión. Pero lamentablemente,
una sociedad así es más difícil de alcanzar que algo de control sobre los peores
contenidos que ofrece la televisión. La regulación no es el remedio, pero el
Estado debe hacerla. Así como regula el consumo de alcohol o tabaco. (feb.2015)

No hay comentarios:
Publicar un comentario