Lo encontraron muerto de hambre, literalmente. Rocko llevaba
varios meses encerrado en la vivienda en donde Hugo Galindo, su dueño, lo dejó
sin alimento. El pobre can fue rescatado por los miembros de una asociación
humanitaria, pero nada pudieron hacer por él.
El estado en que fue encontrado partía el alma y quienes vieron ese
cuadro no se conformaron con la indignación que sintieron y denunciaron a
Galindo ante las autoridades.
Hoy miércoles revisarán el caso en la Comisaría de Palacio
Viejo, pero no se puede esperar mucho. Las leyes peruanas no son severas para
este tipo de casos y lo más probable es que nada impida que en el futuro, éste
y otros hugos galindos sigan torturando animales.
“Una civilización se puede juzgar por la forma en que trata
a sus animales”, dijo Gandhi y con esa medida nuestro país queda prácticamente
en la categoría de salvaje. Ayer mismo, en un video que circuló por Internet,
se observaba a un sujeto que, machete en mano, desnucaba a un cachorro. Sucedió
en Cusco. El indefenso perrito era tan pequeño que llegaba apenas a los tobillos
de su verdugo, el cual reía de su “proeza” con un rostro en el que se perdía
todo concepto de lo humano. ¿Quién es el animal?, me pregunto. Pero siento que
atribuir la palabra “animal” como adjetivo para un sujeto como aquél, es tanto
como halagarlo.
A la crueldad además sumamos la indiferencia. Incluso de
aquellos que en un aparente amor desbordado por sus mascotas gastan en
superficialidades para sus “consentidos”, cantidades de dinero que bien podrían
servir para aliviar el hambre de una docena
de perros abandonados. Las leyes debe mejorar; nosotros como seres
humanos, también. (mar.2015)
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