El nevado Hualca-hualca ha sido por cientos de años la
reserva de agua natural para el poblado de Cabanaconde en el valle del Colca.
Regularmente, por sus manantiales discurrían 70 metros cúbicos de agua por
segundo. Desde hace algunos años, ese aforo ha aumentado hasta los 150 metros
cúbicos –más del doble-, debido a que el glaciar se está derritiendo a causa del
cambio climático. Que se cuente con más agua ahora no es el problema, sino que
esa reserva de recurso hídrico se está agotando rápidamente y no se están
tomando previsiones.
A nivel global, se prevé que la temperatura se incrementará
alrededor de dos grados centígrados, en los próximos 20 años. Esto significa
innumerables cambios climatológicos que ya están comenzando a sentirse, como
sequías e inundaciones. Arequipa, por supuesto, no es la excepción. Enfrentados
como estamos a la condición desértica de nuestro clima es más preocupante que
no se hayan tomado previsiones.
Ante la persistente escasez de lluvia, la empresa de
saneamiento (Sedapar) está evaluando
desde cuándo producirán los cortes de servicio y fijando la cantidad de agua
para cada ciudadano. ¿Y después qué?
Si hoy mismo se dejaran de lado las prácticas que contaminan
el ambiente y aceleran el calentamiento global, el proceso no se detendría. El
daño ya está hecho. Pero sí se puede evitar que los efectos sean mayores y
empezar a comprender que tenemos que adaptarnos. Mantener grandes jardines con
agua potable, por pura complacencia personal, ya no es sólo un lujo es
prácticamente un crimen. Derrochar agua, no reciclar, no utilizar productos
biodegradables, desperdiciar papel, malgastar energía, etc. son actividades
que, desde nuestro pequeño lugar en el planeta, nos hacen responsables de su
deterioro.(ene.2014)

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