Hace más de 20 años, los bañistas de las playas arequipeñas
regresábamos a casa con bolsas llenas de machas. Bastaba despertarse temprano,
acercarse a la orilla del mar y sacudir la arena con los pies para obtener este
sabroso molusco, que formaba parte importante de la dieta regional. Para
inicios del siglo, el recurso fue desapareciendo hasta ser declarado en
extinción. Recién en 2011, el Estado inició un programa de repoblamiento que
aún no ha logrado su objetivo. Si nos descuidamos, lo mismo podría suceder con
el camarón de río.
Por cada cola de camarón que se consume durante la época de
veda se pierden unos 2500 huevos, lo que interrumpe el ciclo de vida de esta
especie y la pone en riesgo de extinción, tomando en cuenta que la prohibición
no es respetada. A sólo dos semanas de iniciado el periodo de veda, el
Ministerio de Producción incautó más de 1500 kilos de camarón de río en
Arequipa, Ica y Lima.
La ley sanciona a quienes extraen, comercializan o procesan
el camarón en veda, pero no deja de existir una responsabilidad compartida del consumidor. Un consumidor que,
por cierto, cae en tamaño despropósito, no sólo por poner en riesgo a esta
apreciada especie, sino porque durante esta época los camarones no son el
suculento crustáceo que caracteriza a la comida arequipeña, sino que están
apenas en desarrollo. (feb.2014)
La veda del camarón se extiende este año hasta el 31 de
marzo. Hasta esa fecha, el respeto por la tradición culinaria arequipeña se
expresará en un hecho bastante concreto: no consuma camarón. No estaría mal,
además, denunciar a los malos comerciantes, pues de poco sirve lamentarse, sino
no vamos a poner nada de nuestra parte.

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