jueves, 2 de octubre de 2014

Eso no es periodismo


En medio de este proceso electoral, han circulado en la ciudad diversas publicaciones que parecen periodísticas, pero no lo son. Y no son periodísticas porque su contenido sólo está destinado a apoyar a determinados candidatos. Nada más.

La libertad de opinión las ampara, de eso no hay duda, así como el derecho a defender una candidatura; pero están cayendo en el engaño. Si usted compra una de estas publicaciones esperando obtener información periodística, va a descubrir que pagó 0.50 céntimos por leer únicamente la propaganda de un candidato; y aunque sea un monto bajo, se sentirá estafado.

Situaciones similares se presentan en campañas electorales, es decir, labores proselitistas que aparentan ser periodísticas.  Otro ejemplo son las “entrevistas” a candidatos que se venden como parte del paquete publicitario de un canal de televisión o una radioemisora. En esos casos, no se trata de un periodista entrevistando a un candidato, sino de un trabajador de un medio de comunicación conversando con un cliente. Así, las preguntas no sólo son complacientes sino también aduladoras. Y eso no es periodismo.

Si bien la empresa tiene derecho a vender publicidad bajo el formato que considere conveniente, no es correcto que venda gato por liebre. No se debe decir: “A continuación, una entrevista”, sino: “A continuación, un espacio político contratado”.

Otro caso es el de las supuestas “denuncias” que  aparentan ser el producto de una intensa investigación periodística, pero que sólo son una contra-campaña pagada.


Hoy se recuerda el Día del Periodista, precisamente a cuatro días de culminar una campaña electoral en la que el término periodismo ha sido mal utilizado. No todos merecen un abrazo.

Huele mal

Desde hace varios años un hedor invade el aire de la ciudad en distintas zonas y a diferentes horas del día. Se ha atribuido el origen de esta pestilencia a las avícolas y a los botaderos de basura, mientras que el aire sigue apestando.

Ahora lo que huele mal es el agua que sale de los grifos en las casas de la ciudad. Y van más de dos semanas de especulaciones sobre las causas y posibles efectos, pero el remedio no llega. Las embotelladoras están de plácemes, pues la venta de agua en botellas y bidones ha crecido como la espuma; mientras que la negligencia de los organismos responsables abonan a la sospecha de que lo que se pretende es justificar la privatización del servicio de agua potable.

Completamente a merced de estos organismos negligentes,algunos sectores de la población están promoviendo que se deje de pagar los recibos de agua y están pidiendo el pronunciamiento de Indecopi al respecto.¿Saben quién debería estar defendiéndonos y exigiendo que el problema se resuelva prontamente? Los alcaldes, pues ellos son accionistas de Sedapar. Y no lo hacen por varias razones y todas ellas son mezquinas. En primer lugar porque son parte responsable de lo que ocurre y quieren pasar “piola” ante tremendo atentado contra la salud de toda la población, sobre todo ahora porque la mayoría de ellos están en campaña de reelección. Y esa es otra razón de su silencio cómplice: tendrían que dejar su ajetreada agenda de campaña para pedir una reunión de urgencia en Sedapar. Todo huele mal.