Desde hace varios años un hedor invade el aire de la ciudad en distintas zonas y a diferentes horas del día. Se ha atribuido el origen de esta pestilencia a las avícolas y a los botaderos de basura, mientras que el aire sigue apestando.
Ahora lo que huele mal es el agua que sale de los grifos en las casas de la ciudad. Y van más de dos semanas de especulaciones sobre las causas y posibles efectos, pero el remedio no llega. Las embotelladoras están de plácemes, pues la venta de agua en botellas y bidones ha crecido como la espuma; mientras que la negligencia de los organismos responsables abonan a la sospecha de que lo que se pretende es justificar la privatización del servicio de agua potable.
Completamente a merced de estos organismos negligentes,algunos sectores de la población están promoviendo que se deje de pagar los recibos de agua y están pidiendo el pronunciamiento de Indecopi al respecto.¿Saben quién debería estar defendiéndonos y exigiendo que el problema se resuelva prontamente? Los alcaldes, pues ellos son accionistas de Sedapar. Y no lo hacen por varias razones y todas ellas son mezquinas. En primer lugar porque son parte responsable de lo que ocurre y quieren pasar “piola” ante tremendo atentado contra la salud de toda la población, sobre todo ahora porque la mayoría de ellos están en campaña de reelección. Y esa es otra razón de su silencio cómplice: tendrían que dejar su ajetreada agenda de campaña para pedir una reunión de urgencia en Sedapar. Todo huele mal.

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