viernes, 12 de agosto de 2011

Mis quince años… como periodista


Fue en la morgue donde tuve que cubrir la primera comisión que me asignaron como periodista. Era 15 de agosto de 1996 y, la noche anterior, una treintena de personas habían fallecido electrocutadas en el Puente Grau, durante la verbena de aniversario de la ciudad. Una bombarda impactó contra un cable de alta tensión que se partió y cayó sobre la muchedumbre agolpada en el lugar para apreciar la serenata que se realizaba en la avenida La Marina.

Los detalles de la tragedia, nombres de las víctimas, testimonios de testigos y declaración de los parientes fueron la noticia de las siguientes semanas; el proceso judicial contra el alcalde por los lamentables sucesos, de los siguiente meses y hasta años.

Así comencé mi trabajo periodístico, con una de las noticias más impactantes y trágicas de la ciudad. Fue difícil y abrumador, pero también aleccionador en muchos sentidos y para muchos.

Por mi parte entendí que esta carrera me iba a lanzar de bruces contra la realidad a menudo y que tenía que aprender a sobrellevarlo y hasta sacar lecciones de las tragedias. Y eso es algo que agradezco a mi profesión: la oportunidad de vivir el mundo día a día y desde todos sus ángulos; y seguir apreciando la vida, porque también contiene noticias asombrosas y estimulantes, aunque no vayan en portada.

Cuando elegí esta carrera, sólo sabía que lo que más me gustaba en la vida era leer, escribir y conocer el mundo. El periodismo no me ha defraudado y aquellos que lo menosprecian será, supongo, que no lo han vivido apropiadamente. Esta es, para mí, una apasionante profesión que siempre valoraré, respetaré y defenderé.

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