En 1998, cuando Juan Manuel Guillén Benavides cumplía su
último año como rector de la UNSA dijo que “se retiraría a sus cuarteles de
invierno”. Cuando se cumplió el plazo para inscribir candidaturas a los
gobiernos locales, él postuló a la alcaldía provincial y, como sabemos, ganó
las elecciones.
En 2002, cuando su popularidad era escasa como alcalde
provincial, Guillén volvió a anunciar su retiro de la política. Pero, sus
palabras volaron con el viento cuando presentó su postulación al gobierno
regional, investidura que también ganó. Para su reelección en el cargo, en
2006, se repitió la historia. Guillén negó en todos los idiomas su postulación
hasta que lo hizo, y siempre fue bajo el discurso: “el pueblo me lo pide”. Este
año, no sería extraño que vuelva a suceder lo mismo.
Pero, la distancia que existe entre lo que Guillén afirma y
lo que hace no se limita a sus postulaciones electorales, lo que bien podría
pasar como una “maña política”. Su doble discurso está afectando una de las
obras trascendentales –y costosas- para el desarrollo para la región: la
autopista Arequipa-La Joya.
Hemos escuchado a Guillén, en más de una ocasión, su
intención de hacer de esta obra una de alta calidad. Sin embargo, la propuesta
que el Gobierno Regional de Arequipa ha aprobado tiene serias deficiencias
técnicas, según Jack López, especialista que el propio Guillén seleccionó para
la elaboración del expediente técnico de este proyecto. La autopista aprobada incluye
un puente y túneles con diseños antisísmicos riesgosos, entre otras
irregularidades denunciadas oportunamente por López. Un asunto que la Contraloría
y el Congreso ya están investigando, gracias a que estamos en periodo
electoral. Una suerte.

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