En todo el planeta, una de cada tres mujeres es agredida
física, psicológica y sexualmente por personas de su propio entorno, según Naciones
Unidas. Son víctimas de feminicidio: 66 mil cada año, es decir que son
asesinadas por su condición de mujeres. El sexismo las mata.
La teoría de género y otras disciplinas han buscado las distintas
causas del sexismo para poder atacar sus consecuencias nefastas. Una de las
causas es “la invisibilidad de la mujer”: la sociedad se rige bajo parámetros
que la menosprecian y excluyen. Uno de estos parámetros es el “sexismo lingüístico”,
referido, principalmente, al uso genérico del masculino para designar los dos
sexos y el no uso del femenino para
cargos, profesiones u oficios. Algunas instituciones españolas han elaborado
guías de lenguaje no sexista, que reúnen, por ejemplo, el uso de la expresión
“todos y todas” o “ciudadanos y ciudadanas”, entre otras recomendaciones.
Este uso viene siendo practicado desde hace más de una
década en los países latinoamericanos, con mayor difusión en círculos
académicos o políticos, que en las esferas populares. Es decir que es poco
probable un efecto directo de este uso del lenguaje en la disminución de la
discriminación contra la mujer. Con este criterio, la Real Academia Española
(RAE) ha aprobado un informe que rechaza estas guías.
Para la organización, los hispanohablantes no necesitan
modificar el uso de su idioma para huir del sexismo. Así, ponen lo efectivo
sobre lo significativo, como si ellos, los gurús del idioma, no supieran del
valor representativo del lenguaje. La misma institución que incluyen la palabra
“endenantes” en el diccionario; cierran el paso al lenguaje inclusivo. Muestra
de que aún queda mucho sexismo por rebanar.
(ENERO, 2016)
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