Alumnos de quinto año de la Escuela Profesional de Ciencias
de la comunicación de la Unsa han juntado firmas para solicitar el inmediato
cambio de un docente. En el memorial presentado al jefe del Departamento
Académico se puede leer lo siguiente: “los alumnos no entendemos lo que nos
quiere enseñar, además de aburrirnos” (sic).
Respecto a este pedido no podemos
pasar por alto dos cuestiones muy importantes: la primera, que la calidad de
algunos docentes universitarios es cuestionable; y la segunda, que la calidad
de los estudiantes también deja mucho que desear. De lo primero podemos
responsabilizar a la politización de la administración universitaria que no
siempre selecciona a sus docentes con criterios académicos. De lo segundo, el
culpable es el sistema educativo, que apenas logra formar a los escolares y que
los deja muy lejos de entender en qué consiste una formación universitaria. Que
un profesor universitario “nos aburra” no es razón suficiente para
desacreditarlo como tal.
Las llamadas academias pre-universitarias que han
proliferado en los últimos años y que hasta se han convertido en “colegios
pre-universitarios” dirigen sus esfuerzos “pedagógicos” hacia un solo objetivo:
el examen de ingreso a la universidad. Y el sólo hecho de responder satisfactoriamente
una base de datos dista mucho de una formación educativa de calidad. Ingresar
con un puntaje de 20 sobre 100, además, no asegura en mucho la capacidad del
alumno para enfrentar una formación universitaria. Eso debería cambiar.
Actualmente, el sistema universitario se encuentra en un
proceso de reforma, el cual parece sólo estar involucrando a la comunidad
universitaria, cuando en realidad nos concierne a todos, pues se trata de las
aulas que forman a los profesionales que construyen nuestra sociedad. (JUNIO, 2015)
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