Mucho lamentamos la falta de apoyo del Estado al deporte
peruano y poco reclamamos el mismo apoyo a la empresa privada. Sin embargo, en la
medalla de oro que la fondista Gladys Tejeda ha logrado para el Perú en los Juegos
Panamericanos Toronto 2015, el gran ausente ha sido el sector privado; pese a
que en otras latitudes, las grandes marcas suelen ser las más interesadas en
auspiciar a los buenos deportistas. Esto no sucede con nuestros atletas pese a
que llevan muchos años demostrando su gran capacidad.
Seguramente ahora sí muchos anunciantes estén dispuestos a
disputar un espacio en el traje deportivo de la atleta para colocar sus marcas
a cambio de apoyo económico; pero seguirán dejando de lado a otros valiosos
deportistas hasta que éstos logren por su propia cuenta alguna presea dorada.
Acostumbrados como estamos a un Estado paternalista dejamos
de lado los compromisos que la empresa privada debería tener con el país, en
temas como el deporte, la educación, la salud o el medio ambiente. Creemos que no
nos corresponde intervenir en sus criterios de responsabilidad social. Nada más
equivocado.
El sistema legal peruano favorece la inversión privada, le
concede un lugar privilegiado que debería ser correspondido en la misma medida.
Y no sólo por compensación, sino porque lejos de resultar un gasto para las
empresas, el apoyo a los deportistas destacados –por ejemplo- les puede
proporcionar grandes réditos comerciales.
Conseguir una medalla de oro en una competencia como la de
Toronto, no es algo que sucede muy a menudo para países como el nuestro. A las
voces que reclamarán más apoyo del Estado deberían sumarse las que pidan lo
mismo al sector privado. (JULIO, 2015)
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