¿Recuerdan cómo era transitar por la calle Mercaderes antes
de que fuera peatonal? Ahora, esa es la única calle del centro en la que se
puede andar medianamente a gusto. Pero –ojo-, no es lo mismo una calle que todo
el Centro Histórico. No se puede esperar que un cambio tan dramático funcione
de la noche a la mañana y sin mayor planificación como pretende la actual
administración municipal.
Si las principales actividades económicas y trámites
burocráticos tienen que realizarse en el Centro es de esperar que este proyecto
no sea bienvenido. No todos los ciudadanos pueden ofrecer el esfuerzo de
caminar varias cuadras para llegar a su destino, como las personas de la
tercera edad, discapacitados, mujeres embarazadas o con niños pequeños. Las
principales oficinas del Estado, como el Banco de la Nación, Sunat,
Registros
Públicos o Reniec deberían tener sedes descentralizadas en las que puedan
realizarse todos los trámites sin restricción; pero no sólo eso, deberían estar
concentradas en zonas estratégicas, pues por lo regular se tiene que acudir a
más de una. De esa manera, disminuiría naturalmente buena parte del flujo de
personas hacia el Centro de la ciudad. Pero, nada de eso se ha previsto.
Tampoco sirve de mucho una peatonalización, cuando las
reglas de tránsito no son respetadas. En las calles aledañas a las zonas que
serán peatonalizadas el flujo vehicular va a aumentar y será inmanejable si no
se hace cumplir normas como la que impide la circulación de vehículos pesados o
las prohibiciones de estacionamiento. Sin una planificación seria, la
peatonalización no es ni será entendida como la ventaja que sí es en otras
ciudades del mundo. (JUNIO, 2015)
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