jueves, 31 de marzo de 2016

Un Estado a favor de las invasiones

A finales de los 70, la Asociación Peruarbo solicitó formalmente al Estado los terrenos eriazos colindantes al Colegio Militar Francisco Bolognesi, para instalar un proyecto urbano estructurado. La solicitud fue denegada debido a que el lugar escogido no estaba destinado para vivienda. 

Pocos años después un grupo de invasores tomó el lugar y formó lo que hoy se conoce como Pampas de Polanco. Los invasores lograron construir sus viviendas y dotarse de servicios básicos en mucho menos tiempo que los urbanizadores de Peruarbo, que fueron ubicados en el Cono Norte y sufrieron décadas sin electricidad, agua y desagüe. Así, quienes recurrieron a la legalidad salieron perdiendo, mientras que la invasión se estableció con la falta de planificación que las caracteriza.

Esta historia nos recuerda que, ante la necesidad de vivienda, la ineficiencia del Estado auspicia las invasiones, pues terminan siendo la forma más rápida de obtener un terreno para las personas de escasos recursos. De esta manera, además, es el propio Estado el que deja servida la mesa para la proliferación de traficantes de terrenos, que lucran con estas invasiones y las utilizan para manejos políticos bastante veleidosos. Ahí tenemos al inefable Felipe Domínguez, dirigente que antes encausaba la fuerza popular del Cono Norte para apoyar al liberal régimen fujimorista, ese mismo que otorgó amplios beneficios tributarios a la minería; y que ahora alza la bandera antiminera.


El pasado lunes murió un hombre de 32 años en medio de un violento enfrentamiento con armas entre invasores en Cayma. En vano serán los pronunciamientos al respecto mientras el Estado no comience a hacer lo que le corresponde: poner orden. (MAYO, 2015)

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