jueves, 31 de marzo de 2016

Nada en el cerebro

¿Qué tiene que suceder para que un adolescente se inyecte petróleo en el cuerpo creyendo que mejorará su aspecto físico? Primero, que no sepa cómo funciona su organismo; lo que se debe a una pésima formación educativa. Segundo, que haya escogido un modelo a seguir equivocado; lo cual podemos atribuirle a los contenidos de la televisión basura. Y tercero, la total ausencia de los padres como guía.

La noticia de dos hermanos cuzqueños de 17 y 10 años que se inocularon petróleo para parecerse a sus ídolos de la televisión ha vuelto a desatar las críticas en contra de cierto tipo de programas. La madre de los niños, incluso, ha anunciado que demandará al programa “Esto es guerra”, pues sostiene que uno de los participantes dio este consejo para mejorar la condición física. Legalmente, la señora tendrá que demostrar que, en efecto, se dio ese consejo a través del programa; moralmente, la actitud de la mujer demuestra que no ha terminado de asumir su propia responsabilidad.

¿Qué diferencia existe entre estos muchachos y los centenares de jovencitas que caen en la anorexia para parecerse a las modelos de televisión o de aquellas mujeres que se inyectan aceite de avión en los glúteos? En esencia son lo mismo: un afán irracional por imitar un modelo de éxito basado en lo superfluo. Y eso no es sólo de ahora, ni exclusivamente peruano, ni de un nivel socioeconómico en específico.


Ya va siendo hora que los programas de televisión aparezcan con una advertencia sobre el peligro que encierran sus contenidos; y que tanto padres como maestros superen obstáculos para llegar a los jóvenes con temas que realmente los involucran. (JUNIO, 2015)

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