Acusado de corrupción, el alcalde del Ilave, Cirilo Robles,
fue linchado por una turba de pobladores, la noche del 2 de abril de 2004. Al
año siguiente la Contraloría de la República publicó un informe en el que
exculpaba a la asesinada autoridad de haberse beneficiado con el dinero de la
comuna.
De igual manera, en enero de 2015, el empresario Feliciano
Ituzaca se defendió de un asaltante lanzando disparos al aire; unos vecinos
creyeron que él era el asaltante, lo golpearon y quemaron vivo.
A diferencia de estos dos casos, otra historia terminó
ensalzando la acción vandálica de una turba, sirviendo de título a una de las
obras más emblemáticas del Siglo de Oro Español: “Fuenteovejuna”. El hecho,
utilizado por Lope de Vega para escribir esta pieza teatral, ocurrió en 1476.
La idea de imponer la llamada “justicia popular” no es de
reciente data, pero los nuevos canales de comunicación le están dando diferentes
dimensiones. Actualmente, se vienen difundiendo por las redes sociales varias
campañas que comienzan con la frase “chapa tu choro y déjalo paralítico” o
similares. Muchos apoyan las campañas tan solo dando “click” a la opción “Me
gusta”.
Pero, en el campo de la realidad, algunos vecindarios han comenzado a
colocar amenazas de muerte a los delincuentes, que en algunos casos se han
cumplido. Entonces, por cada ladrón menos, existen algunos asesinos más en esta
sociedad en la que las autoridades han fracasado por completo, tanto en el
trabajo policial, como en el de impartir justicia.
Así, ante la impunidad que mantiene a los delincuentes en la
calle, parte de la sociedad espera ahora impunidad para los delitos de torturar
y matar. Trágica paradoja. (SETIEMBRE, 2015)
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