Si se cumplen los anuncios del gobierno, el próximo año
comenzaría a construirse una enorme serpiente de concreto que correría elevada
del norte al centro de la ciudad. El proyecto ha sido criticado por
especialistas y colectivos ciudadanos, que han redactado un manifiesto para pedir
al presidente Ollanta Humala que lo reconsidere.
Por sus características, un monorriel tiene que ser
necesariamente elevado y no se adapta bien a topografías accidentadas como la
de Arequipa, según explican los profesionales. Eso significa que las
estructuras que tendrán que levantarse para su funcionamiento impactarán en el
paisaje monumental de Arequipa. Si dejamos de lado el tema patrimonial y nos
ponemos absolutamente pragmáticos, resulta que tampoco es el sistema más
económico que se pueda usar, pues según las tarifas de este mismo servicio en
otros países, en el nuestro podría llegar a costar más de 10 soles el pasaje.
Además, no olvidemos que se trata de una inversión
público-privada de 1200 millones de dólares (casi lo mismo que costó el
proyecto Majes I, que fue 1300 millones de dólares), que no representa una
solución eficiente para el problema de transporte.
Existen otras alternativas, propuestas por los colegios
profesionales, como el tren ligero o el tranvía moderno, que son más amigables
con el entorno, más eficientes en el servicio y mucho menos costosas, tanto en
la etapa de construcción como en la operativa.
Si los especialistas tienen tan claro el asunto ¿por qué los
gobiernos nacional y local están tan entusiasmados con la idea? Quizás tenga que
ver el hecho que la propuesta ha sido planteada y sería ejecutada por la
brasileña Queiroz Galvao, empresa acusada de utilizar millonarios sobornos para
ganar licitaciones en Brasil y Perú. ¡De miedo!
(AGOSTO, 2015)

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