El último sábado, la boda entre dos concursantes del
programa “Esto Es Guerra” fue transmitida por televisión nacional y replicada
en Internet, minuto a minuto. La denominada “Boda del año” tuvo 29.2 puntos de rating como promedio. Según Ibope, esta
fiesta farandulera fue lo más visto ese día, con picos de 37.2 puntos en el
sector DE y 31.8 en el AB. Mientras tanto en Toronto, competían nuestros
deportistas en los Juegos Panamericanos, sin recibir mayor atención de los
medios.
Este paralelo fue destacado por un mensaje viral que circuló
esa noche en las redes, que señalaba: “Disculpen por salirme del tema. Solo
quería desear suerte a los atletas peruanos que compiten en los Juegos
Panamericanos… Son 158 deportistas que compiten en 28 disciplinas. Que dejen en
alto el nombre de Perú…”.
Este mensaje fue copiado y pegado por miles de cibernautas en
los muros, perfiles y páginas en donde se comentaba la boda de marras. Pero, si
bien este viral refrescó la noche; no podemos olvidar que, en contraposición,
fueron millones de peruanos los que se quedaron prendados el sábado con los
costosísimos detalles de una boda, tan lejana a ellos en la realidad como
cercana, en ese mundo rectangular que tienen incrustado en casa.
Y es que, en lo que se refiere a televisión basura, el
contexto es siempre el mismo: unos miles critican, reclaman o exigen que haya
un cambio; mientras millones y millones siguen embelesados frente a ella. Como esos
millones de personas se convierten en millones de ventas para los anunciantes o
millones de votos en campaña, se consolida el sistema para que todo vaya de mal
en peor. (JULIO, 2015)
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