El tablero del diálogo ha sido pateado más de una vez y de
distintas maneras. Recobrar la confianza para llegar a un acuerdo satisfactorio
no es un proceso que lleve poco tiempo. Todos tienen su propia receta para
poner fin al conflicto en el valle de Tambo en contra del proyecto minero Tía
María, pero ninguna parece aplicable. Lo que ocurre mientras tanto es la
polarización de la población, agravios y amenazas que se disparan desde ambos
bandos, además de la violencia física, la mediática y las sucias jugadas por
debajo de la mesa.
“Hace rato se debió retirar el proyecto”, “hace rato se
debió declarar el Estado de Emergencia”, son algunas de las exclamaciones que
se escuchan en la calle y aunque plantean remedios opuestos, coinciden en algo:
el gobierno ha fallado en dejar que se prolongue el conflicto.
Tía María no va. Al menos en el corto plazo eso ya está
bastante claro y es el largo plazo el que está en pugna. Un término que ya no
estará en manos del gobierno actual, como también se le ha escapado de las
manos la solución del conflicto vigente.
La revisión del Estudio de Impacto Ambiental de Southern por
parte de un organismo técnico neutral y una consulta popular, previa campaña
transparente de información, parece lo más sensato. Pero ni el gobierno, ni la
empresa, ni los opositores parecen estar dispuestos a aceptar estas
condiciones.
El audio de las “lentejas” ha sido una jugada mayor que
busca deslegitimizar la protesta, pero eso no aclara el escenario sólo lo
enturbia más, en detrimento de quienes sienten que su causa es justa. Aunque a
estas alturas, ya nada es justo. (MAYO, 2015)
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