Somos un millón de personas que habitamos esta ciudad
designada, hace 13 años, Patrimonio Cultural de la Humanidad; y, aunque lo
celebramos, no hemos entendido que ese privilegio implica una gran
responsabilidad. Implica, en palabras del historiador Jorge Bedregal La Vera, “que
esa ciudad diversa y dinámica, ya no nos pertenece únicamente a nosotros, los
radicados o nacidos aquí, sino que ahora pasa a formar parte del gran tesoro
cultural humano que hay que cuidar, acrecentar, defender y mostrar, además de
estudiar y entender”.
Estas palabras forman parte de un discurso que Bedregal
preparó para un evento público, precisamente por el XIII aniversario de la
declaratoria de Patrimonio. Y resulta que fue vetado por el propio alcalde
provincial, Alfredo Zegarra, quien se negó a estar presente en la ceremonia si
el discurso se pronunciaba.
“Por desgracia, modernidades mal entendidas y febles ideas
de un progreso poco racional, han sido los principales enemigos del
patrimonio”, es otra parte del discurso vetado. Y al margen de las soberbias
que se niegan a escuchar críticas es importante que el resto de la ciudadanía
lo sepa: como arequipeños de nacimiento o elección estamos obligados a proteger
el patrimonio de la ciudad.
Esa es una tarea que tiene intermediarios para la toma de
grandes decisiones: las autoridades que determinan el rumbo del desarrollo
urbano. Y desde esa perspectiva, nos corresponde reclamar a los próximos
aspirantes al sillón municipal que no se vuelva a ignorar la riqueza histórica
y los valores arquitectónicos de la ciudad en la construcción de futuras obras;
y que se compense a la ciudad por la pérdida de campiña con la creación de
parques zonales, como mínimo.
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