“Si eres patriota, ¡marcha!”, increpa una señora a un joven
que camina a su lado, en medio de un grupo de personas que se reunieron este
lunes en la plaza de armas de Arequipa, para escuchar el fallo de la Corte de
la Haya, sobre el diferendo marítimo entre Chile y Perú. Y es que, si algo
positivo tuvo este momento histórico –al margen de los balances jurídicos y
económicos -, es que se expusieron sentimientos patrios, para variar, fuera del
contexto de un partido de fútbol.
Claro está que no es marchando como se demuestra amor por la
Patria y, ya que hablamos del fallo de la Corte de la Haya, la recuperación de
50 mil kilómetros cuadrados de espacio marino, tampoco lo es; aunque se trate
de un logro muy importante.
Y sirva la ocasión para hablar del amor a la Patria, ahora
que todos dejaron su programación habitual de televisión basura para prestar
atención a un tema limítrofe, poco claro para muchos. Ese sentimiento de “hacer
respetar lo nuestro” debería estar vigente no sólo frente a manos extranjeras;
si no, y con más frecuencia, frente a nosotros mismos. En nuestras playas, por
ejemplo, tan cercanas a ese mar que ahora celebramos; convertidas en muladares por peruanos que
ejercen equivocadamente el derecho de
propiedad colectiva que tienen sobre ellas.
Llegar a la playa cargados de alimentos y bebidas, para
luego dejar los desechos en la arena es una práctica habitual que atenta contra
algo que es nuestro. Algo que deberíamos combatir como una pequeña, pero
importante, muestra de respeto por nuestro país.
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