Es curioso que en Lima se refieran al resto del país como
“provincias”. El centralismo está tan enraizado que éste término apenas si nos
llama la atención. Esta exclusión de las “provincias” se aprecia, por ejemplo, en
la televisión: Sólo en Lima se mide el “rating”.
Dentro de la globalización, se cree que la televisión
regional es la alternativa, es decir una televisión con productos dirigidos al
público de cada zona. Pero tenemos muy poca certeza sobre el consumo televisivo
local. Hace un tiempo, cuando trabajaba en un canal de televisión supe que en
la medición del “rating” los programas locales se disputaban un porción muy
pequeña de las preferencias. En otras palabras, los arequipeños no sintonizaban
mucho los contenidos locales.
Uno de los factores que contribuyen a esta situación es que
no existen estudios completos sobre las preferencias de productos televisivos
locales, lo cual ayudaría en mucho para que éstos mejoren su calidad y
contenidos; y puedan, así, subir su audiencia. Pero esto es como un círculo
vicioso, pues estos estudios no existen precisamente a causa del centralismo.
Lo mismo sucede con las encuestas. En nuestro medio no
existe ninguna encuestadora seria que tome un pulso real a las autoridades
locales. Sólo tenemos viscerales programas radiales que, supuestamente, recogen
la opinión telefónica de los vecinos; pero sin ningún criterio estadístico. Lo
que es peor, se toman estas llamadas como fuente para realizar supuestos
estudios de medición de la opinión, sin ningún valor técnico. Lo más grave
sucede en tiempo de elecciones, pues aparecen encuestas que colocan nombres de
candidatos con altos porcentajes de preferencia que no tienen, movidos por
intereses que se juegan bajo la mesa. Debemos estar prevenidos.
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