martes, 11 de marzo de 2014

Un año electoral

En este 2014 nos espera lo más crudo de la política: una campaña electoral. Los ciudadanos tienen que estar prevenidos porque se trata de una voraz competencia que no conoce de límites, y no estoy exagerando. El objetivo de los competidores-candidatos no es nuestro voto; es el poder. Nuestros votos son sólo aquello que necesitan para alcanzar su objetivo. De ahí nace ese menosprecio intrínseco hacia los electores, el mismo que provoca que se utilicen prebendas y mentiras para convencerlos por algún candidato; en lugar de argumentos claros, propuestas sólidas y compromisos serios.

Los candidatos manipulan lo más básico de los votantes: sus necesidades; así como lo más primario: sus complejos y prejuicios. Así está escrito en los manuales, así se ha venido ganando campañas en el Perú y el mundo; pero eso no quiere decir que no podamos esperar que se produzca una excepción. En el último proceso de revocatoria, en Lima, cerca de un 30% de electores emitió un voto cruzado, algo que los especialistas no esperaban ni remotamente. Teniendo una cédula larga y compleja, se preveía un voto “por inercia”; pero no fue así, muchos votantes se tomaron el tiempo de hacer un marcado selectivo. Una pequeña señal de que un voto consciente podría estar en camino.

Ese voto consciente tiene que estar informado, no se dejará convencer por promesas grandilocuentes ni por calumnias lanzadas a la ligera; no dejará que un regalo lo convenza, ni se dejará llevar por el decir ajeno, ni por otra cosa que no sea su propia consciencia; no elegirá jamás a quien ya demostró falta de honestidad y, sobre todo, pensará en el bien colectivo antes que en los beneficios personales. ¿Es mucho pedir?


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