En líneas generales, los dos candidatos en segunda vuelta a
la presidencia del gobierno regional, Yamila Osorio y Javier Ísmodes, parecen
tener en claro las necesidades de Arequipa: mejorar los servicios educativos,
de salud y seguridad; promover las capacidades productivas; e integrar las
provincias y a la región con el sur del país. Al menos, eso se puede resumir
del debate realizado el pasado lunes.
Si cualquiera de los dos pudiera cumplir sus propuestas, no
tendríamos mucho de qué preocuparnos. Lo que tiene que preocuparnos es la
capacidad que tengan ambos, precisamente, para cumplir lo que prometen. Esa
posibilidad, más allá de las cualidades personales de cada candidato, depende
en gran medida del entorno.
En este entorno, entre otros factores, existen dos piezas
difíciles de manejar y que, desde ya, se configuran como una fuerte prueba para
la gobernabilidad de la región en los próximos años, salga quien salga elegido.
La primera pieza son los llamados “cargadores”, ese grupo de dirigentes
populares con los que Juan Manuel Guillén Benavides entabló un “cogobierno” y
que se convirtieron en una espada de Damocles. Contradecir los intereses de los
“cargadores” puede convertirse para el próximo gobernante en una avalancha de
marchas de protesta; continuar con esta alianza desvirtúa, por su parte,
cualquier principio de autoridad.
La segunda pieza es la relación con las empresas mineras,
sobre todo la situación del proyecto Tía María. La postura populista es
oponerse al proyecto, sobre todo sabiendo que desde el gobierno central la
postura es más bien a favor. Pero lo populista no es necesariamente lo mejor.
Algo que el próximo presidente regional tendrá que enfrentar en su primer año
de gobierno. ¿Quién podrá hacerlo mejor? (oct.2014)

No hay comentarios:
Publicar un comentario