“La letra con sangre entra” (“Spare the rod and spoil the
child”, en inglés) es una frase que el escritor Samuel Butler utilizó en el
poema satírico Hudibras, en el siglo XVII, para denunciar la violencia contra
los niños. Irónicamente, ha servido para justificar el castigo físico. La
violencia en las escuelas es incluso aceptada por los padres y por muchos
estudiantes que recuerdan, hasta con una sonrisa, al maestro que dictaba
clases, chicote en mano.
La semana pasada se difundió un video en el que se observaba
a un profesor del Colegio Honorio
Delgado de nuestra ciudad dando de correazos a uno de sus alumnos por no
entregar la tarea. Si bien la acción fue condenada y hasta sancionada, hubieron
muchos que defendieron al docente. Tener que explicar por qué es incorrecto que
un profesor actúe de esta manera, da claras señas de la tolerancia que existe
en nuestra sociedad hacia la violencia.
Es posible que con correazos se pretenda enseñar a un
escolar a ser cumplido con la tarea; pero también se enseña que la violencia es
un camino aceptable; y como tal, podrá utilizarse en el hogar y en la sociedad.
Ese correazo enseña además a abusar del débil, pues lo utiliza un adulto con
poder contra un niño subordinado. También enseña a entender “por las malas”. Es
decir, esos correazos alimentan esta sociedad violenta de la que tanto nos
lamentamos.
Un niño con mala conducta tiene detrás diversos y complejos
desajustes emocionales y sociales; buscar la solución en la violencia sólo
alimenta el círculo vicioso. Círculo que comenzará a romperse cuando dejemos de
justificar la violencia. (Nov.2014)

No hay comentarios:
Publicar un comentario