miércoles, 29 de mayo de 2013

“Machismómetros”

“Antes las mujeres cocinaban como sus madres, ahora beben como sus padres”. Leo esta frase con cierta regularidad en las redes sociales de internet y me parece que puede servir como un práctico ejercicio de medición del machismo personal, es decir: un “machismómetro”.

Instrucciones: Lea la frase y conteste las siguientes preguntas: ¿Le hizo reír, molestarse o reflexionar? Si le hizo reír, tranquilo, no diremos que es usted un machista troglodita. Aún. La frase es ingeniosa, tiene sentido y encaja con gracia en nuestros esquemas mentales, esos que exaltan en la mujer su rol pasivo, de la casa, la ternura, lo maternal y reprochan que esté en la calle pretendiendo hacer lo que hace un varón. Y es que la frase asesta contra una mal entendida igualdad y, por eso, vamos a tratar de explicar el asunto: hombres y mujeres son distintos fisiológica y culturalmente, pero deben ser iguales en el ejercicio de sus deberes y derechos ciudadanos; y en la libertad y condiciones para alcanzar sus aspiraciones. Esta idea es extensa y difícil, sí, de allí  los continuos malos entendidos.

Pero volvamos al “machismómetro”: ¿le parece mal que una mujer beba licor como varón?, ¿juzga usted en la misma medida que el varón tome como varón? Si respondió usted que sí en ambas preguntas, es usted una persona que posee un juicio en sano equilibrio o de las que pretende quedar bien ante sí mismas con respuestas correctamente políticas. Como fuera, esa es la respuesta con perspectiva de género, como dicen en las ONG. Sí, es criticable que la mujer beba licor como varón, pero es peor aún que lo que hacen los varones marque la línea de lo incorrecto. ¿No creen?

Última pregunta: ¿le parece que las mujeres deberían cocinar como sus madres?, ¿cree que los varones deberían hacerlo? Si contesto que sí a la primera pregunta, y que no, a la segunda, entonces ya podemos decirle machista. Y es que esa es la manera práctica de detectar una conducta o pensamiento machista: cuando se juzga o demanda de la mujer algo que no se haría del varón, y viceversa.

Otra frase en internet decía: “una mujer puede ser una dama, es su decisión; pero un varón tiene que ser un caballero, es su obligación”. Pues, este tipo de frases son las que alimentan las desigualdades y la discriminación más peligrosamente aún, porque vienen disfrazadas de una supuesta ventaja para la mujer.


En nuestra sociedad, aún machista, existen muchas circunstancias en las que es necesario exigir ventajas para la mujer –como la Ley de Cuotas-, porque el objetivo es procurar mejores condiciones para su desarrollo personal y ciudadano. Eso no implica que no puedan ser ellas las que cedan el asiento en la combi a un anciano o compartan la cuenta de un restaurante con un amigo. El resultado tendrá que ser siempre la equidad, de eso se trata.

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