miércoles, 5 de junio de 2013

Y usted, ¿qué tan corrupto es?

Nuestro país ocupa el quinto lugar en América en lo que a pagar coimas se refiere, de acuerdo con un ranking realizado por el Barómetro de las Américas en 26 países. Según este estudio, el 28.5% de los ciudadanos ha pagado alguna vez un soborno a un funcionario, en el último año. Y el 40% de ellos lo hizo más de una vez.

Juan circula en su auto sin alguno de los documentos que las normas exigen. Si es detenido por un policía tendría en sus manos evitar una sanción pagando un soborno. La historia es conocida, los conductores se quejan diariamente en la radio por los operativos de tránsito y consideran que el único objetivo es llenar de dinero el bolsillo de malos policías. ¿Y qué tal si en lugar de quejarse no llevan sus papeles en regla y respetan las normas de tránsito? Eso sería una responsabilidad individual en contra de la corrupción.

Pero la situación es más compleja. Julia ha invadido un terreno junto a un grupo de personas. El dirigente les indica sin rubor que hay que pagar una coima al funcionario de gobierno para que les otorguen sus títulos de propiedad. Si Julia se niega a pagar el soborno se quedará sin el apoyo de su dirigente y se ganará enemigos entre los demás invasores. Para ella, oponerse a la corrupción sería un desafío.

Otro caso: Ronald trabaja en una institución del Estado y sabe cómo funciona la red de corrupción entre sus jefes y algunos funcionarios en los procesos de licitación; pero tiene las manos atadas. No puede denunciarlos sin el riesgo de ser tachado por “soplón” y, lo que es peor, perder su empleo. ¿No hay salida?
Recientemente, en la Sunat se ha implementado un sistema que incluye la reducción de penas administrativas para los empleados que denuncien casos de corrupción oportunamente. Además, una vez identificados los responsables, sus nombres serán publicados en una lista oficial. Lo único que falta es que estas personas sean impedidas de ocupar cargo público alguno en su vida y no sólo por algunos años, como establecen las normas vigentes.

De hecho, todas las oficinas del Estado tienen órganos de control interno a donde los ciudadanos pueden acudir con denuncias; pero no son eficientes. Un mal entendido “espíritu de cuerpo” impide sanciones ejemplares y termina protegiendo al corrupto. Pero la corrupción tiene auspiciadores en todos los niveles: el ex alcalde de Uchumayo, Vidal Pinto, fue reelecto en ese cargo, pese a que en su primer periodo ya fue condenado y preso por delitos de peculado. El pueblo premió así su corrupción y, como ya saben, Vidal hizo de la suyas por segunda vez y perdió nuevamente el cargo.


Aunque la solución parezca inalcanzable, podemos hacer mucho contra la corrupción: enfrentarla directamente o, simplemente, no alimentarla, es decir, ni pagando coimas, ni votando por corruptos confirmados.

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