miércoles, 17 de julio de 2013

Mercado de noticias

“Que un perro muerda a un hombre no es noticia, que un hombre muerda a un perro, sí lo es”. Así está escrito en un viejo manual de Redacción Periodística de la Associated Press. Y así como lo usual no es noticioso, al parecer existe un supuesto tácito de que lo bueno es lo que comúnmente sucede y, por lo tanto, no es noticia. Si una autoridad cumple con su deber no es un hecho noticiable; que un padre se sacrifique día a día por sus hijos, tampoco.  La noticia es que esa autoridad sea corrupta o que ese padre sea cruelmente violento con sus hijos, y así se termina seleccionando como noticia lo que es malo. ¿Cuántas veces no hemos visto titulares de prensa que señalan: “corrupción”? ¿Se imaginan uno que diga: “honestidad”?

Y entonces, tenemos noticieros llenos de accidentes y crímenes. Hasta hace un par de décadas atrás, en la televisión sólo se transmitía una hora de noticieros a las 10 de la noche, y las notas violentas ocupaban apenas unos minutos al final del programa. El tratamiento de esta información ha cambiado trágicamente. Las llamadas “notas rojas” son titulares y reciben una larga cobertura de imágenes escabrosas y testimonios desgarradores. ¿Se han preguntado por qué?

Hace unos años trabajaba en un semanario que apostaba por las notas de interés social y colocaba en primera plana temas como la educación o la cultura. La venta de esas ediciones era dramáticamente menor en comparación a las que llevaban en portada una nota policial. La historia de Liz Pierina o el Monstro de Chiguata batieron récord en ventas. Los editores de noticieros lo saben: las notas de sangre “venden”. Existe cierto morbo en el público que los medios malamente aprovechan para aumentar sus ventas o su sintonía. Ya lo dijo hace unos días un comentarista de CNN: “las noticias buenas no venden”. Y claro, todos le echan la culpa al vendedor de malas noticias, como lo hizo el presidente Ollanta Humala días atrás , pidiendo 15 minutos de noticias positivas a los medios peruanos.

Pero el comprador también tiene responsabilidad ¿no creen? Si el asesinato de Alicia Delgado ocupó primeras planas a lo largo de dos meses fue porque durante todo ese tiempo los periódicos que abrían con esa información se vendieron como pan caliente. Y lo mismo sucedió con el caso Ciro. No crean que los periodistas no estaban también hastiados de tratar el tema mes tras mes, pero era lo que aseguraba las ventas y la sintonía.


La relación público-medios tiene rasgos esquizoides. Y es que el público son millones de personas, muchas de las cuales consumen ávidamente lo que otras repudian. La responsabilidad del “vendedor” de malas noticias es ponderar sus intereses meramente comerciales; y la responsabilidad del “comprador” de información violenta es comenzar a demandar y consumir mejores contenidos, que sí, los hay.

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