martes, 2 de septiembre de 2014

Por un pelo


Los gobiernos regionales y locales necesitan una reforma legislativa para impedir que se malversen los fondos del Estado; la Ley de Partidos requiere cambios para que se impulse la ciudadanía; así como urge modificar la Ley Electoral para evitar que “cualquiera” postule al gobierno. Éstas son sólo algunas tareas urgentes que el Congreso deja de lado para enfrascarse en pugnas por el poder, el protagonismo o los intereses particulares.

Ya conocemos la noticia, el gabinete Jara logró la aprobación del Congreso con el voto dirimente de su presidenta y sumando los votos de última hora de dos ministros-congresistas. Para la oposición se trata de una “victoria pírrica” del oficialismo, es decir que no tiene valor; mientras que el Ejecutivo pasa el asunto por agua tibia.  “Tenemos que voltear la página”, ha dicho Ollanta Humala.

Si el gabinete no hubiera obtenido el voto de confianza del Congreso, el Ejecutivo habría tenido que armar uno nuevo con la cantera de técnicos que no tiene. Así resulta que la ajustada decisión de ayer fue el mal menor, pero un mal al fin y al cabo. Y si bien, en el Congreso, la oposición parece fortalecida y el gobierno debilitado, eso no implica necesariamente que se vaya a producir los cambios que la población espera.


Y es que, mientras todo este pulseo político acapara la atención, la democracia se debilita, las soluciones no se plantean, los planes no se ejecutan, los médicos permanecen en huelga, las AFPs continúan esquilmando el ingreso de los trabajadores y la población sigue avergonzada de su clase política.

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