En los últimos 20 años, Arequipa ha pasado, de ser una ciudad
pequeña, a ser una grande. De acuerdo a las últimas estimaciones censales, sólo
en la ciudad vivimos más de un millón de personas y eso implica un nuevo tipo
de problemas. La congestión de tránsito ya no se soluciona con un par de
puentes; ni el desorden callejero, con un par de normas municipales que nadie
respeta.
Y como el crecimiento demográfico ha sido tan abrupto, no
sólo tenemos los problemas de una ciudad grande, sino que mantenemos otros que
pertenecen a un poblado. Así, el vecino cierra la cuadra para vender parrilladas,
la cofradía de la parroquia revienta troya a las 5:00 de la mañana de cualquier
día, el colegio NN realiza una marcha publicitaria por el centro de la ciudad
en día de semana, la institución AB celebra su aniversario en la Plaza de Armas
también en día laborable y así, cada quien dispone de las calles más
concurridas para sus propios fines sin importar las molestias y perjuicios que
causen al resto de personas. Y ni qué decir de las marchas de protesta y
procesiones, que llevan consigo el supuesto ejercicio de un derecho. Y digo
“supuesto”, ya que atenta contra el derecho de la mayoría a transitar
libremente.
Y es en octubre cuando la situación empeora. Son seis
recorridos procesionales que se realizan en todo el mes y cada uno conlleva al
cierre de varias calles y avenidas a lo largo de todo el día. Eso, sin contar
las procesiones que se realizan en diversos barrios. No pretendo desconocer el
valor religioso de la devoción al Señor de los Milagros, el problema aquí es de
la necesidad de una convivencia urbana armoniosa. Según estudios de la Gerencia
de Transportes del municipio provincial, 50 mil vehículos recorren diariamente
el Centro Histórico y más de 150 mil personas, para cumplir con sus trabajos u
otras diligencias, las que se ven afectadas, sobre todo por las dimensiones del
evento religioso.
La venerada imagen de la Virgen de Chapi congregó, en varias
oportunidades, a miles de devotos en el Estadio Arequipa. ¿Sería un milagro que
se escogiera el mismo recinto para la veneración del Cristo Morado? La
propuesta no es ideal, pero pretende no ser drástica ni irreverente.
Algunos dirán que no sólo en Arequipa se realiza este tipo
de recorridos y que si en Lima se sigue haciendo, aquí también se puede. Pero
debo recordar lo estrechas que son nuestras calles y que apenas si contamos con
vías de desfogue. Por lo cual, no sólo en octubre debería cambiarse de hábitos
–valga la ironía-, sino que deberíamos comenzar a dejar de lado la mala
costumbre de ignorar al prójimo y su simple derecho a transitar sin tener que
comer ansias.

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