viernes, 11 de julio de 2014

Por Carlos y Mitsu

“Mamá ¿qué hace un periodista?”, me pregunta Sofía. Y entonces me doy cuenta que no es fácil de explicar. Pienso en Carlos Juárez y Mitsu Alvarado, que perdieron la vida haciendo su trabajo de prensa; y en tantos otros que mueren buscando información, así como aquellos que viven bajo amenaza por enfrentarse a grandes poderes. Pienso en los que trabajan en el afán de buscar la verdad y entregársela a los demás para contribuir al desarrollo de la sociedad. Pero, también pienso en aquellos que venden su pluma o que chantajean micrófono en ristre; o esos que no se esfuerzan ni en escribir correctamente o llenan los medios de frivolidades. Y sigo sin responder a mi hija.

No conocí a Mitsu ni a Carlos, pero yo, como ellos, fui reportera de TV-Unsa hace 18 años; y, como ellos, salía a la calle todos los días: cámara al hombro, micro en mano, con la tarea de buscar información y la emoción de saber que ningún día se parecería al otro. En esa tarea de campo pude conocer mi ciudad de cabo a rabo y, sobre todo, a su gente, desde el más humilde de los pobladores hasta la más inaccesible autoridad. Allí es donde se comienza a ser periodista, con ese poder que te da tener acceso a los medios de comunicación masiva. Allí es donde te perfilas en la línea de lo moral o lo inmoral, con los insumos personales que te da tu formación de vida.

Hoy, el periodismo arequipeño está de luto. Se han ido dos jóvenes periodistas que comenzaban a vivir su carrera. Que sea su partida un estímulo para honrar su memoria con buen periodismo.

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